Cien años de soledad
Lo primero que llama la atención en la lectura de Cien años de soledad es la condición fabulosa del mundo representado dentro de un ámbito históricamente reconocible. El mundo es fabuloso, en primer lugar, porque ocurren hechos inusitados para el lector y, sin embargo, la actitud de los personajes ante lo que para el lector sería maravilloso es de total aceptación; por el contrario, el asombro de los personajes se dirige hacia otras cosas y especialmente hacia la tecnología. En un momento se dice que, debido a la llegada de nuevos los inventos y del ferrocarril:
"Era como si Dios hubiera resuelto poner a prueba toda capacidad de asombro, y mantuviera a los habitantes de Macondo en un permanente vaivén entre el alborozo y el desencanto, la duda y la revelación, hasta el extremo de que ya nadie podía saber a ciencia cierta los límites de la realidad". (336)
De hecho, lo primero que sabemos es que el hielo llega a Macondo como un objeto prodigioso. Estamos, pues, ante un mundo alternativo, dentro del cual lo verdaderamente asombroso tiene que ver más con el cambio histórico que con lo sobrenatural. Lo sobrenatural, al contrario, es parte de la existencia, ya que la existencia es entendida como vida y muerte.
Pero además este mundo es fabuloso porque las acciones cobran una fuerza legendaria y mítica. Al igual que en Los pasos perdidos, tenemos aquí la creación de una ciudad que permite la puesta en escena de un acto fundacional con características míticas. Macondo comienza siendo un lugar utópico, lo que lo relaciona con las utopías renacentistas que, precisamente, son ubicadas en el Nuevo Mundo. La expresión misma de un "mundo nuevo " permite la representación de Macondo como un espacio adánico en el cual las cosas esperan ser nombradas por primera vez.
La comunidad que funda José Arcadio Buendía es armónica y orgánica. Buendía la funda sobre la base de un principio de justicia redistributiva equitativo y por eso la forma misma del espacio en Macondo es simétrica. En efecto, si todos reciben el sol por igual, eso significa que el pueblo no es construido en torno a una familia privilegiada. Así, la fundación quiere significar que lo justo y lo equilibrado han de ser los valores que organicen la vida en común. A lo largo de la novela, la familia Buendía va a crecer y prosperar para acabar finalmente reduciéndose a un núcleo cerrado porque, en efecto, el incesto es la reducción más radical del círculo familiar.
La lectura de la novela produce no solamente asombro sino confusión, dado que personajes y hechos parecen repetirse. Y ello porque los personajes en su mayoría están construidos sobre la base de modelos arquetípicos. Si sumamos a esto la repetición de los nombres, podemos comprender de qué manera se enfatiza la idea de que los Buendía están condenados a la repetición. Por ello el tiempo se sucede de un modo peculiar: los escenarios se van transformando, pero los protagonistas recrean y reelaboran los actos de sus predecesores. Remedios, la bella, que no es de este mundo, parece salir de este modelo. En ella, por el contrario, no cabe la repetición porque es única. Pero esta singularidad no cabe en el espacio familiar y por ello debe ir directamente al cielo. Cuando José Arcadio Buendía tiene una visión de Macondo, la ve como una ciudad de espejos. En un momento, interpreta que Macondo será la ciudad del hielo (en medio del trópico). Esta interpretación parece ser el cumplimiento mayor de los ideales tecnológicos del patriarca. No puede comprender que una ciudad de espejos quiere decir, como se entiende hacia el final, una ciudad de repeticiones.
En El jardín de senderos que se bifurcan, Borges desarrolla la idea de un libro que es a la vez un laberinto. Cien años de soledad parece ser la aplicación de esa identidad bajo la forma de una saga que es como una estructura de espejos. Aquí la novela es un laberinto porque está regida por la repetición, no solamente de nombres, sino de modelos de arquetipos y de relaciones.
En los capítulos finales, la dañada memoria de la anciana Úrsula Iguarán abarca la historia de la familia como si, en efecto, el tiempo no hubiera transcurrido; significativamente, un modelo parecido, en el cual todo ocurre a la misma vez, es el que estructura el relato hermético de Melquíades. Asimismo, como en varios relatos borgianos, es precisamente el desciframiento de la escritura lo que produce la extinción; puede también interpretarse que la interpretación solamente es posible ante y para la muerte. El relato de Melquíades elimina la temporalidad y ofrece una mirada desde lo eterno.
En general, la influencia borgiana es bastante notoria y puede observarse en, cuando menos, el recurso a varios motivos, como la relación entre muerte y la escritura, la temporalidad circular, la memoria y el olvido. Pero en el aspecto en el que puede observarse de manera más rica el influjo borgiano es en la idea de que el gran asunto de la literatura es la literatura misma, es decir, el problema de la representación y la interpretación. García Márquez traslada este asunto a un espacio periférico que condensa el escenario latinoamericano. Porque si bien la fábula se ubica en Colombia, la forma del espacio y la relación con el pasado remiten a una imaginería más amplia.
Este imaginario latinoamericano posee un espesor histórico que la novela representa mediante sucesivas etapas relacionadas con otras tantas formas narrativas.
En primer lugar, hay una etapa mítica y fundacional, actuada principalmente por la generación de José Arcadio, Úrsula y Melquíades. El relato se inicia en un mundo “tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo” (83). Aquí el estado sicológico de la infancia de Aureliano se sobrepone al estado mítico adánico, en el que se funda el lenguaje. La peste del insomnio es como una batalla mítica en la que se afirma la victoria del lenguaje y, con él, la identidad y la memoria.
A continuación, asistimos a una etapa épica, marcada por la guerra civil y las relaciones matrimoniales (asuntos que parecen recoger el motivo del romance nacional). En esta etapa, se recrean modelos tomados del romanticismo y el melodrama. Se produce el alzamiento del coronel Aureliano Buendía y la rivalidad entre Rebeca y Amaranta. Del espacio mítico hemos pasado al espacio nacional y al familiar. Nación y familia están relacionadas por la filiación y el motivo del fratricidio. Por ello la guerra civil se refracta en la lucha entre hermanas. Siguiendo los esquemas patriarcales, las diferencias entre los hombres corresponden al ámbito público, en tanto que las diferencias entre las hermanas corresponden a lo privado.
Posteriormente, hay una etapa histórica, marcada por la compañía bananera y sus estragos. El inicio de esta etapa se marca con la rendición del coronel Aureliano Buendía, quien deja de ser un héroe romántico y se convierte en una figura residual.
En cuarto lugar, hay una etapa post-histórica, en la cual se produce la decadencia y dominan, ya no tanto las acciones, sino la lectura y la glosa, en una desesperada lucha por evitar la pérdida de la memoria, representada en el olvido de la masacre y la ignorancia del incesto. Por una parte, en este periodo es la primera y única vez que se dice la palabra "bastardo" para referirse a un miembro de la familia. José Arcadio, quien pronuncia estas palabras, cuestiona así el principio de unidad familiar que había dominado en la historia de la familia. Por otra parte, el círculo de intelectuales en el cual se introduce Aureliano Babilonia es también una novedad; pero los intelectuales no introducen hechos nuevos y aparecen más bien como comentaristas nostálgicos:
"De modo que Aureliano y Gabriel estaban vinculados por una especie de complicidad fundada en hechos reales en los que nadie creía, y que habían afectado sus vidas hasta el punto de que ambos se encontraban a la deriva en la resaca de un mundo acabado, del cual sólo quedaba la nostalgia" (518-19).
Es como si el narrador (consciente o inconscientemente) reconociera que el intelectual latinoamericano ejerce un papel secundario frente al que cumple el hombre de acción.
Esto tampoco significa afirmar que la lectura aparezca como una novedad. Al contrario, en la novela hay antecedentes importantes de lectores y descifradores: claramente, Aureliano Buendía, José Arcadio Segundo y Pilar Ternera. Sin embargo, es con Aureliano Babilonia que la lectura llega a especializarse y a cumplirse por entero y que el sentido de la historia es revelado. Por otra parte, Aureliano Babilionia, debido a que reúne tanto la potencia sexual como la curiosidad intelectual parece ser una síntesis de los José Arcadio y los Aureliano. Al igual que a Edipo, el conocimiento y la sabiduría no le permiten sino hasta muy tarde descubrir que ha cometido el delito del incesto.
Si el amor filial y el erótico habían sido una fuerza entrópica que cohesionaba a la familia y la comunidad, el incesto es una combinación de ambos modos de afecto que afirma de un modo radical la unión de lo idéntico, pero niega, por esa misma razón, la posibilidad de sucesión. Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonia cierran literalmente el círculo familiar concentrándolo en la negación de lo distinto. El rechazo que produce Fernanda tiene que ver entonces con un repudio a la alteridad, a lo que está fuera del entorno familiar, a lo que no se acomoda a los principios organizadores de la familia, uno de los cuales es, evidentemente, el amor.
Cabe observar además de qué manera el olvido y la negación de la memoria están estrechamente ligados con el apocalipsis. Fernanda, en un hecho sin precedentes en la familia, oculta la filiación del último Aureliano, y ello favorece el incesto de él con Amaranta Úrsula. Por otra parte, la negación de la masacre es paralela a la disgregación de la comunidad y es como si lo primera fuera causa de lo segundo. Ya antes el lector puede observar cómo el coronel Aureliano Buendía se va convirtiendo en una especie de souvenir, es decir, en una versión degradada y banal del recuerdo. El coronel se convierte, además, es un personaje de la historia oficial y, por tanto, totalmente despojado de su carácter rebelde. Pero dado que los Buendía están condenados a la repetición, están condenados a actuar los mismos papeles dentro de un escenario que ha cambiado demasiado. Como lo comprende bien Pilar Ternera:
"porque un siglo de naipes y de experiencias le había enseñado que la historia de la familia era un engranaje de repeticiones irreparables, una rueda giratoria que hubiera seguido dando vueltas hasta la eternidad de no haber sido por el desgaste progresivo e irremediable del eje". (525-26)
Amaranta Úrsula pretende cambiar esta fatalidad bautizando a su descendencia con nuevos nombres (507), como si ya estuviera demostrado que el nombre cifrara el destino del personaje y como si el rebautizar implicara iniciar una saga totalmente distinta, regida por otros principios.
En esta idea de que la historia se desgasta y en la de que lectura y aventura son complementarias, nuevamente la novela parece mostrar un eco borgiano. En Hombre de la esquina rosada, una vez que el hecho que cifra la vida del personaje ha ocurrido, solamente queda la repetición del relato, pero no de la acción. En El sur la muerte bajo la forma de una aventura es una alternativa aparte a la muerte dentro del mundo de la lectura. Por su parte, en Cien años de soledad, una vez que los modelos se han cumplido, los siguientes son como un remedo que solo puede ser reivindicado por la lucidez, tal como lo logra el último Aureliano. Él que puede vencer el hermetismo de la lectura y puede descubrir finalmente el sentido del relato. Pero, claramente, descubrir el sentido no es lo mismo que vivir el sentido; ello sólo está reservado al tiempo de los héroes míticos y legendarios.
Sin embargo, a pesar de esta decadencia, sí permanece la plenitud erótica y amorosa, que es como una fuerza que puede atravesar las generaciones. Pero a esta fuerza se opone una que parece aun más poderosa, como es la soledad. En este aspecto, la novela recoge una sensibilidad gongorina. Es a partir de Góngora que la soledad tiene más que ver con un estado espiritual que con la ausencia de compañía física. Al igual que en Las Soledades, en Cien años de soledad los personajes abundan y proliferan, y este hecho no hace sino enfatizar la subsistencia de la soledad como un principio básico que marca la experiencia humana. La soledad parece tener que ver entonces con un estado de conciencia metafísica a la que sólo se puede oponer la escritura y el amor.
García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Jacques Joset ed. Madrid : Cátedra, 2004.
Hola Daniel
Tú comentas, acertadamente, que en el universo de García Márquez más sorpresa causa el adelanto tecnológico que el hecho sobrenatural. Esta afirmación me hizo recordar a otros autores latinoamericanos de diferentes tendencias que, de una forma u otra, parecen prestos a la sorpresa por la tecnología. Pienso en Fuguet o, un escritor que me gusta mucho, Paz Soldán, quienes se regodean en esta temática (Ojo, no estoy simplificando sus discursos, sólo señalo un posible punto de contacto con la poética de GGM). Me pregunto, no será que este maravillamiento ante lo nuevo puede ser considerado una característica de la literatura latinoamericana?
Un abrazo y felicitaciones por el blog.
Posted by Tanque de Casma | 8:30 AM
Tanque de Casma:
Gracias por los saludos. Sin duda, los latinoamericanos tenemos un problema con la tecnología. En el caso de Macondo, la tecnología en principio aparece relacionada con lo mágico y claramente hay una evolución hacia la visión moderna; de modo que, en efecto, la rueda del tiempo da vueltas, pero eso no significa que no avance.
Saludos.
Posted by Daniel Salas | 8:49 AM
Me resulta sumamente interesante el análisis que has realizado sobre la novela. Sin embargo, el tema del incesto es el que más llama mi atención pues considero que es un tema que se repite en novelas como Pedro Páramo que se podría afirmar, sigue la misma tradición que CAS.
A mi parecer – y citando la frase que cierra CAS: “… porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”, la estirpe Buendía, es una estirpe – desde sus inicios – condenada debido al incesto pues como sabemos Úrsula Iguarán y José Arcadio Buendía – los fundadores – eran primos. A partir de ellos es que se desarrollará toda la estirpe que viene marcada por este “incesto original”. Podemos decir entonces, que la estirpe Buendía es una estirpe nacida, desarrollada, a partir del incesto.
Igualmente, reconocemos al final de la novela, que la destrucción de la estirpe y del pueblo de Macondo coincide con la perpetuación de un incesto: la unión de Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonia. De esta forma, podemos entender que el incesto destruye.
A partir de la lectura de CAS y tomando en cuenta el texto de Josefina Ludmer, reconocemos que en CAS siempre las relaciones se dan por parentesco, siendo éste “uno de los elementos organizadores de todo el material narrativo”.
Debido pues a la fortaleza de este esquema, notamos que la apertura, la relación con el mundo exterior, es muy pobre, predominando la relación de los personajes entre ellos mismos, entre aquellos personajes que tienen algún tipo de parentesco con los Buendía.
Traducimos este no salir al mundo exterior igualmente con una marca de soledad característica en los personajes de CAS, personajes inseguros e inestables que de alguna forma hallan una falsa tranquilidad en el objeto incestuoso.
Así mismo, Ludmer nos explica que no cometer incesto es abrirse al mundo, es aperturarse hacia ese mundo exterior. En cambio, aquellos que comenten incesto permanecen en una misma posición dentro de este espacio del que los Buendía son dueños y señores, donde se sienten seguros, donde no corren peligro. Vemos pues, tal y como lo menciona Margarita Saona, que en el caso de CAS “el contacto con el exterior es siempre conflictivo”.
De ahí, partimos en que al igual que en CAS, es el incesto-violencia lo que marca el desarrollo y el destino de los personajes en Pedro Páramo.
Todos los personajes están condenados – igual que los personajes de CAS – por la violencia (incesto) y es esta misma violencia la que llevará a la destrucción al pueblo de Comala.
A través del abuso que comete el padre de Susana San Juan contra su hija (incesto) vemos cómo la vida, el futuro de Susana, está a partir de este hecho, destruido, condenado al fracaso debido la violencia.
Así, tanto en CAS como en Pédro Páramo, notamos que la trasgresión de ciertos límites, de ciertas prohibiciones, lleva a la destrucción.
Finalmente, considero que la historia de estos pueblos demuestra y comprueba el mito. Ambos se entretejen para mostrar cómo el tema del incesto unifica inicio y final, cómo es causa y consecuencia, cómo suceden las cosas cuando la violencia cala en las gentes, cómo algunos pueblos son hijos de la destrucción.
Posted by Erika Almenara | 10:03 AM
Hola, Luis Hernán, hola, Erika. Gracias por visitar mi blog y ayudarme en mi maratón de lecturas.
Sobre lo que dice Erika, debemos suponer que el incesto es una forma violencia y yo no lo veo así. Tampoco me parece claro que el matrimonio entre primos sea incestuoso. En todo caso, es una relación familiar, que es distinto.
Yo no veo el incesto tanto como violencia a una norma o como pecado, sino como afirmación de la identidad. Los nobles se unen entre nobles para afirmar su sangre. Los Buendía son una especie de nobleza, con un signo triste, claro, pero es como si la única unidad posible sea con lo que es afín. En efecto, hay una relación problemática con el exterior, es decir, con la diferencia. Pero la violencia en Macondo viene del exterior, no del interior. Obsérvese además que es a partir de Fernanda, una mujer que proviene fuera de Macondo, que las reglas familiares cambian y se introduce la idea de "bastardía", algo que no existía antes. En todo caso, la perturbación y la violencia son externas, no internas.
Luis Hernán menciona el miedo a la modernidad. Es interesante, pero no lo tengo claro. La tecnología ha servido para crear ciencia ficción en Europa misma, ¿no? Normalmente se entiende en la ciencia ficción que el objeto tecnológico somete a prueba los valores éticos o las creencias. El punto de contacto que veo en todo caso entre Morel y Cien Años es el motivo de la reproducción. En el primer caso, la reproducción no seuxal (y sobre la que, sin embargo, se construye un erotismo) y en el segundo caso la reproducción sexual y familiar.
Posted by Daniel Salas | 11:52 AM
Interesante lo que planteas, abres otro tipo de mirada frente al tema. Te felicito por el blog.
saludos.
Posted by Erika Almenara | 1:13 PM
Hace como tres semanas estuve leyendo Anabases de St John Perse y encontre algunos versos demasiado parecidos como para ignorar la influencia del poeta frances en esta novela de GGM.
Hace unas semanas, revisando el diario de Mircea Eliade, encontré las referencias al encuentro entre Juan Rulfo y el rumano. "Rulfo me dijo que me admiraba y que había leído todos mis libros". Por lo que resulta bastante plausible imaginar una influencia directa de Eliade en la obra de Rulfo e indirectamente en la de Gabo. Creo que si consigues establecer este tipo de relaciones podrías conseguir muchas más ideas más interesantes para el estudio de Cien Años de Soledad. Estuve leyendo también la edición de Cátedra, que ilustra tu entrada y, como lo conversamos algunos meses atrás con el amigo Joaquín Martinez, importante medievalista peruano que trabaja en NY, el problema con las notas de Cátedra es que son demasiado obvias, tontas, pesadas. Están hechas como para gringos ignorantes. Estoy escribiendo algunas notas para un ensayo sobre el poema de Perse que pienso enviarle a Hueso Humero como propuesta de publicacion. Tal vez me podrias dar algunos datos adicionales para enriquecer mi investigacion. Me gusta tu blog, está muy interesante.
Posted by ulises | 2:44 PM